Creo que esta será mi última entrada antes de que termine el año. A partir del día 22 despego rumbo al norte a reunirme con mi familia y amigos y estaré un poco alejada de esto. Por eso no puedo terminar el año sin hacer esta entrada. Sin duda, una de las cosas más importantes para mí en el 2012 y que me va a acompañar también en el 2013. Ya os puedo confirmar que por fín, la exposición ULTRASILVAM que prometí que vería la luz fisicamente tarde o temprano, lo hará el día 10 de Enero en la sala Llanos Cultural de Albacete. Y detrás de ello está la mano amiga de Abphoto. Desde aquí quiero darles las gracias por esta maravillosa oportunidad.
La entrada de hoy es especial. Es la parte más humana que no aparece en ULTRASILVAM porque merece una exposición aparte. Quiero mostrárosla desde algún ojo más que el mío, por eso he incluído algunas fotografías que no están realizadas por mí, pero que tenían que estar en esta entrada. Son fotografías importantes, esenciales, y quiero dejar aparte si son tecnicamente más correctas o no. El objetivo primero de mis fotografías es transmitir una emoción, reflejar un sentimiento, por eso cada fotografía que hoy aparece aquí es absolutamente necesaria aunque haya sido tomada por otros ojos. Y porque sin todas las personas que aparecen en ellas y bastantes más que no aparecen, este viaje no hubiese sido lo mismo. Ni siquiera ULTRASILVAM llegaría a existir.
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ULTRASILVAM
Como algunos sabreis, llevaba tiempo trabajando en una exposición de mi viaje a Transilvania. Pues bien, ya está terminada. La presento con mucha ilusión y muchas horas de trabajo detrás. Pronto será una realidad tangible. Por el momento podeis verla pinchando aquí.
Cuatro pestañeos.
Resumir en unas pocas fotografías cómo es la ciudad de Blaj es difícil. Rumanía es un país de contrastes, como una montaña rusa que te muestra lo mejor y lo peor en menos de 30 segundos. Esta vez me centraré sólamente en cuatro personas con las que tuve la suerte de tropezarme, cuatro elementos a los que querrías unirte en una fiesta nada más verlos, porque reparten buen rollo con sólo estar ahí.: Los Gitanos de Portocale.
Esta es María Damián.
Lo que os voy a ofrecer en este instante no puede ser comprendido sólo con fotografías. Abarca tanta emoción que simplemente hay que vivirlo para quedarnos con todo y que no se nos escape nada. Con este pequeño homenaje pretendo dar las gracias infinitas a Raluca Sporis, la nieta de esta mujer, por haberme permitido vivir tan de cerca e inmiscuirme con mi cámara en un momento tan íntimo como el reencuentro con su abuela en Rumanía tras 6 años sin verse. Por supuesto, dar las gracias también a la propia María Damián, una mujer admirable, y a todas las personas que convirtieron mi estancia en Rumanía en un viaje inolvidable y lleno de sonrisas y lágrimas. Lágrimas, sí…pero de las buenas. Es imposible no emocionarse con esto. Os presento a María Damián.