Timisoara es una ciudad para observar detenidamente. El impacto cultural es enorme, es algo de lo que te das cuenta nada más pisarla. El mestizaje, presente en cada esquina, te envuelve y te desborda. Observar a la gente fue una de mis actividades preferidas durante mi corta estancia en esta ciudad. Realmente es algo que me gusta hacer en cualquier parte, pero en Timisoara lo disfruté más de lo que lo hago normalmente. Tal vez sea culpa de las influencias de otras culturas, que se mezclan en una sóla y conviven y se respetan, y consiguen sacar lo mejor y lo peor de cada una.
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