A veces ocurre que conoces lugares casi por casualidad que se acaban convirtiendo en tus rincones favoritos. A veces ocurre también que esos lugares, con una determinada luz, elevan su encanto al cuadrado. De hecho ocurre también que si los visitas con la compañía adecuada, terminan potenciándose hacia el infinito. Pues bien, es el caso de un pequeño rincón a unos 50 kilómetros de mi casa, en el que ayer pude retratar a mis compañeros de domingo .
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