Subir El Huerna para mí no es algo extraño. Tengo la suerte de poder hacerlo en compañía cada vez que viajo de Asturias hacia La Mancha. La sensación es agridulce, porque atraversarlo en dirección ascendente significa que tengo que dejar atrás mi tierra una vez más. Sin embargo, la visión que se tiene desde el mirador es algo que deja boquiabierto a cualquiera.