Ya estamos en tiempo de viajes y de vacaciones y una entrada dedicada a esta maravillosa ciudad no podía faltar. Siena fue un auténtico descubrimiento para mí. Antes de realizar un viaje, suelo planificar los lugares a visitar y normalmente los visualizo a través de imágenes de otros viajantes para ver si pueden ser de mi gusto no. Pues precisamente, Siena no la tenía controlada. Era una ciudad que se nos escapaba un poquitín de la zona que íbamos a recorrer (no demasiado, hora y media en coche), pues la idea era no pasarnos demasiado tiempo conduciendo. Sin embargo, la metí en el itinerario a última hora, y fue uno de los mayores aciertos de ese viaje.

Cuando visito una ciudad, siempre le doy preferencia a caminar por sus calles y a conocer la vida en sus rincones antes que visitar sus museos, sobre todo cuando voy justa de tiempo. Me pasó lo mismo con mi breve estancia en Florencia (entrada que haré otro día), apenas unas horas, y es que hay viajes que merecen ser dedicados en exclusiva a determinadas ciudades. Siena se me quedó corta. En pleno Agosto, os podéis imaginar las cantidades de gente que visitaba la ciudad, y nuestro plan no nos permitía hacer noche allí, pero me hubiese gustado descubrir la noche de Siena. Y el interior de su catedral, absolutamente impresionante. Siena es bonita ella entera, no sólo tiene un caso histórico bonito. Cada calle es maravillosa y en cada una de ellas hay un descubrimiento. Yo me conformé con unas pocas horas recorriendo su historia, sus escapartes maravillosos llenos de artesanías, sus farolas que son obras de arte, sus balcones y ventanas, sus puertas en miniatura, y mil detalles que hay que mirar con ojo tranquilo, sin prisa. Aquí os dejo un puñado de imágenes, tal vez os apetezca conocer este lugar.