Esta es María Damián.

Lo que os voy a ofrecer en este instante no puede ser comprendido sólo con fotografías. Abarca tanta emoción que simplemente hay que vivirlo para quedarnos con todo y que no se nos escape nada. Con este pequeño homenaje pretendo dar las gracias infinitas a Raluca Sporis, la nieta de esta mujer, por haberme permitido vivir tan de cerca e inmiscuirme con mi cámara en un momento tan íntimo como el reencuentro con su abuela en Rumanía tras 6 años sin verse. Por supuesto, dar las gracias también a la propia María Damián, una mujer admirable, y a todas las personas que convirtieron mi estancia en Rumanía en un viaje inolvidable y lleno de sonrisas y lágrimas. Lágrimas, sí…pero de las buenas. Es imposible no emocionarse con esto. Os presento a María Damián.

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