Septiembre.

Ya casi lo rozo con mis manos. Llega Septiembre y un año más lo espero con ansia. La razón? Su magnetismo. Para mí es el mes de los comienzos, de las oportunidades, de los cambios y de las mejoras. De la serenidad. De la calma. Mis propósitos no comienzan en enero como para el resto de los mortales. Los míos llegan en Septiembre con la caída de la hoja. Y a medida que avanza lo disfruto más.
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Los días se hacen más cortos, pero conservan esa sensación de calidez del verano a la vez que los colores van cambiando, y eso es algo que me parece sublime. Cerrar los ojos, respirar, y escuchar las ramas de los árboles aplaudir por el desnudo integral es, junto al simple hecho de pisar hojas secas, una sensación que procuro no perderme. Aunque para pisar las hojas deberé tener un poco más de paciencia…Tendré la suerte de estar en Asturias en Septiembre, un lugar privilegiado para terminar el mes. Estoy contando los días que quedan para ir a perderme por el monte, a llenarme los pulmones, a vivir esas parrilladas de fín de verano que tanto me gustan y a beber unos culinos de ese bien tan preciado y que tanto añoro, la sidra. Os dejo con unas imágenes de mi tierra en su más esplendoroso Septiembre. Disfrutadlas!

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